jueves, 9 de enero de 2014

PEDICULOSIS (piojos)







CÓMO DETECTAR LA INFESTACIÓN POR PIOJOS

Los primeros indicios de que un niño puede estar infestado por piojos son el frecuente rascado de la cabeza o la propia indicación a padres o profesores del picor insistente que padece. Lo más característico es que este picor se localice sobre todo en las zonas de la nuca y detrás de las orejas pero puede presentarse en cualquier otra parte de la cabeza.
Sin embargo, esto no es suficiente para un diagnóstico certero de pediculosis, ya que el prurito puede estar originado por múltiples afecciones dérmicas que nada tienen que ver con las picaduras de piojos.
La confirmación del diagnóstico precisa de la detección de los piojos, ya sea de las liendres o de las fases móviles (ninfas y adultos). La observación o captura de ejemplares vivos de ninfas y adultos es una confirmación definitiva de una infestación activa, sin embargo el hallazgo de liendres no siempre lo es, ya que las que se encuentran a una cierta distancia del cuero cabelludo (aproximadamente a más de 2 cm) suelen estar vacías o muertas, lo que indica su pertenencia a antiguas infestaciones y por lo tanto no constituyen ningún riesgo.
A pesar de esto, la mayoría de las veces el diagnóstico se realiza por el descubrimiento de las liendres, ya que éstas se detectan más fácilmente que a las ninfas o adultos que se esconden rápidamente como respuesta a los movimientos de manipulación del pelo y a la luz, a la que quedan expuestos al apartar los cabellos, debido a su fotofobia. Además según que el estado de desarrollo de las ninfas sea más bajo, más difícil resultará detectarlos por su menor tamaño y, en cualquier caso, el número de liendres es superior al de adultos y ninfas.
Incluso la adecuada detección de las liendres requiere de un cierto adiestramiento que será aportado por la experiencia. Las primeras veces las liendres pueden ser confundidas con restos de productos para el pelo o con caspa. Aunque su tamaño es pequeñísimo, cuando se ha visto una de verdad su reconocimiento posterior no plantea dudas. Algunas consideraciones que ayudan a la identificación de las liendres pueden ser las siguientes:

— El color blanquecino o perlado que ayuda bastante a localizarlas, especialmente en contraste con los pelos morenos o castaños, no siempre es tan patente, siendo más propio de las liendres recién puestas y de las vacías, pero no de las que están al final de su desarrollo. Por ello es importante una buena iluminación que aporte brillos y reflejos debido a su volumen ovoideo.
— Si por su color blanquecino pudiera confundirse con la descamación de la epidermis provocada por la caspa, dermatitis seborreica, etc., normalmente se distinguen por ser más pequeñas y de forma alargada, mientras que las escamas u otras sustancias tienen forma variable. Además el color de la caspa es más blanco.
— La prueba definitiva para no confundirlas con otras partículas es la resistencia que presentan al intentar separarlas del pelo: mientras que aquellas pueden sacudirse fácilmente de la cabeza, las liendres están fuertemente fijadas y no se desprenden a menos que las sujetemos entre dos uñas o tiremos de ellas deslizándolas a través del pelo hasta su extremo.
— Una manera de distinguir además las liendres vivas de las vacías es que las primeras revientan con un chasquido al ser aplastadas con las uñas.
— Su tacto entre las yemas de los dedos es apreciable, parecido a un minúsculo grano de arena. Si a pesar de haber realizado la inspección cuidadosa de la cabeza no se detectan piojos en ninguna de sus fases de vida, pero los síntomas persisten, lo más apropiado es acudir a un médico para una diagnosis correcta de las afecciones.
A veces, a pesar de que los piojos produzcan las picaduras no aparece el prurito, por lo que la infestación puede pasar desapercibida durante mucho tiempo. El prurito aparece como resultado de la sensibilización previa a la saliva del insecto, lo cual puede retrasarse hasta tres meses desde la primera picadura. Además las infestaciones nuevas, en su etapa más temprana, cuando los nuevos piojos se encuentran en fase de huevo y se ha producido la muerte de la hembra progenitora, no producen efectos adversos derivados de picaduras y por tanto no se manifiestan síntomas de picor. Por contra, también hay que tener en cuenta que el picor puede persistir hasta siete-diez días después de que hayan desaparecido los piojos y por tanto sus picaduras.

PROCEDIMIENTO DE INSPECCIÓN Y EXTRACCIÓN MANUAL
Se puede proceder a la revisión de la cabeza siguiendo dos procedimientos distintos:
1. Revisión visual del cuero cabelludo y del pelo, extrayendo de forma manual las liendres y piojos que se encuentren. La inspección concienzuda con este método es tediosa y poco fructífera en cuanto a la eliminación, pero puede servir sobre todo para hacer un diagnóstico preliminar y comprobar el estado de la cabeza «grosso modo» sobre todo si hay indicios de infestación.
Consiste simplemente en la separación del cabello, que puede hacerse con los dedos o ayudándose con un peine, para tener acceso visual al cuero cabelludo y a la base del pelo. Así se pueden observar liendres y en algunos casos los piojos más grandes.
Como este método de inspección se realiza con el pelo seco no afecta a la movilidad de los piojos por lo que a veces permite detectarlos por el movimiento. Si se detectan piojos adultos o ninfas su extracción es muy complicada, sobre todo por la rapidez con que se mueven entre el pelo, y requerirá unas pinzas finas y mucha habilidad.
La extracción de las liendres detectadas se puede hacer bien cortando el pelo donde se adhieren, o sujetándolas fuertemente entre las uñas y separándolas del pelo lo que algunas
veces no es tan fácil, por lo que hay que recurrir a tirar de ellas con las uñas de los dedos índice y pulgar y deslizarlas a lo largo del cabello hasta extraerlas por el extremo.
También se puede utilizar un peine anti-piojos o lendrera (ver el apartado siguiente).
Hay que observar también el estado de la piel en las zonas donde se indique el picor, por ejemplo, posible enrojecimiento, signos de excoriación o posibles excrementos. Si durante esta inspección se observa actividad o indicios de infestación se recomienda
pasar directamente al siguiente método.

2. Revisión y extracción mediante el peinado con una lendrera. Consiste en la localización, por extracción durante el peinado, de los posibles piojos y sus liendres. La eficacia del método requiere ser sistemático y paciente, pues puede llevar algún tiempo, y, sobre todo en niños pequeños, una buena dosis de inventiva para que se presten al proceso. Con todo es un método sencillo y cuando se adquiere experiencia se puede realizar en un tiempo más ajustado.
Algunos elementos y condiciones necesarias para ambos procedimientos:
— Se requiere en primer lugar de una buena iluminación. La mejor es la que proporciona la luz solar.
— A veces es necesario ayudarse con una lupa, preferentemente fija para dejar libres las manos. Un cuenta hilos puede servir.
— Procurar crear un ambiente relajado o proporcionar al niño actividades que le induzcan
a estarse quieto, por ejemplo la lectura, una película o algún juego que pueda realizar sobre una mesa sin necesidad de mucho movimiento. En cualquier caso, hay que procurarle la postura más cómoda.
— Sentar a la persona a la que se va a revisar a una altura que permita una visión lo más detallada posible del pelo que se va a peinar. Es recomendable que la persona encargada de la revisión también busque un asiento que le permita estar cómodo/a para esta tarea.

MATERIALES QUE SE NECESITAN PARA EL PEINADO CON LENDRERA
— Una lendrera. Existen en el mercado varios modelos de peines para piojos, con distintos anchos y materiales. Los más recomendables son los de metal por su mayor rigidez y menor espacio entre dientes. Los de plástico, aunque pueden usarse para la expulsión de ninfas y adultos, son poco eficaces para la extracción de liendres y son deformables al paso del pelo. Las lendreras de metal suelen tener la punta de los dientes romos por lo que no arañan en contacto con el cuero cabelludo.
Sin embargo, lo determinante es el espacio interdental que no debería superar los 0,2 mm. Espacios mayores dejan pasar con facilidad la liendre sobre todo porque su forma, más estrecha en la base, no ofrece resistencia al peinar a favor del pelo.
Por este motivo, incluso algunos metálicos resultan de eficacia nula para la extracción de las liendres. El ideal sería un peine metálico, con dientes largos de punta redondeada, que tengan
como máximo 0,2 mm de separación y sección circular, que favorece el paso del pelo con mayor suavidad, aunque otras secciones poligonales pueden ser muy eficaces para interceptar las liendres. Desgraciadamente los fabricantes de lendreras no ofrecen esta información en la etiqueta o instrucciones de uso, si bien ya existen en nuestro país una cierta variedad de peines bastante aceptables que se venden sueltos o con el producto para el tratamiento. A pesar de que no todos reúnan las condiciones ideales, estos peines resultan útiles para la revisión y ayudan a detectar las liendres y a extraer los adultos y
ninfas aturdidas. Últimamente se han comercializado lendreras electrónicas que funcionan matando a los piojos mediante una pequeña corriente eléctrica que proporciona una pila de 1,5  v. Deben utilizarse siempre sobre el cabello seco y bien peinado. Parece que son eficaces contra adultos y ninfas pero no contra las liendres. No se tienen resultados de experiencias directas sobre su uso.
— Acondicionador para el pelo, con el fin de suavizar y desenredar.
— Un peine o cepillo de uso normal.
— Una toalla o pieza grande de tela, para colocar sobre los hombros. Un tejido liso facilitará la localización, en el caso de que algunos piojos o pelos con liendres pudieran caer durante el proceso.
— Toallitas o pañuelos de un solo uso.
— Recipiente con agua y jabón.
— Pinzas para el pelo u otros utensilios para sujetarlo.
Una vez que se dispone de los materiales y las condiciones son las adecuadas, se puede proceder siguiendo los pasos descritos en la página 34, dirigidos a las personas encargadas de la revisión. Este procedimiento, que puede resultar tedioso en niñas con el pelo largo, se simplifica bastante en el caso de los niños o niñas que lleven el pelo corto.
Con respecto al procedimiento anterior hay que decir que, al realizarse con el pelo mojado, se dificulta o inhibe la movilidad de las ninfas y adultos, que aunque se verán peor a simple vista, serán más fáciles de capturar mecánicamente con la lendrera.
La revisión de la cabeza debe realizarse de forma regular aunque no se detecten piojos, al menos una vez cada siete o diez días. Un buen día para realizar una revisión preventiva durante el curso escolar, puede ser el viernes, pues en caso de detectar una infestación se puede realizar el tratamiento durante el fin de semana, antes de la incorporación a las clases. La elección del método dependerá de la disponibilidad de tiempo y circunstancias personales o familiares.

PREVENCIÓN DE LA PEDICULOSIS
Cómo ya se ha visto, el modo de vida de los piojos de la cabeza no está afectado por la higiene personal, por lo que, aunque ésta ayuda a mantener un nivel moderado de la infestación personal, ya que incide positivamente sobre la tasa de mortalidad, no previene la adquisición de los parásitos.
El mejor método preventivo para combatir la pediculosis es la revisión periódica manual de la cabeza de los niños con edades comprendidas entre los tres y doce años.
Existen otras medidas necesarias pero ésta debería ser la primera e ineludible: la detección precoz de la infestación hará mucho más efectiva la lucha contra el parásito y
la aparición de brotes. Antiguamente, cuando la pediculosis se consideraba algo frecuente, era común que las madres u otras mujeres del ámbito familiar se ocuparan de revisar concienzudamente el pelo de los niños. Cuando se tuvo acceso a unas mejores condiciones de higiene personal y a los insecticidas contra piojos y se logró disminuir en parte la incidencia de la pediculosis, se abandonó esta práctica y el hecho de tener piojos pasó de ser una situación habitual a un motivo de vergüenza social, de discriminación. El resurgimiento de
esta enfermedad en el mundo occidental en las últimas décadas ha puesto de manifiesto que no es un problema derivado de la falta de higiene, sin embargo la actitud ante ella no ha cambiado y tampoco se ha recuperado aquella práctica preventiva.
La forma de vida impuesta por la sociedad actual puede hacer reticentes a los padres a asumir esta tarea. Sin embargo, se trata de adoptarla como una actividad más de las que depende la salud de los hijos, integrándola como parte de la rutina del aseo personal.
Finalmente se demuestra como una prevención eficaz el aceite del árbol del té en combinación con el champú de uso habitual.

   José Emilio 
Orientación Educativa

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