lunes, 30 de junio de 2014

A JAIME "EL DE EDUCACIÓN FÍSICA"

HASTA MAÑANA, JAIME.
Hace muchos años, y cuando todavía era solamente un niño, tuve un maestro que dejó en mí una huella tan profunda, que cada vez que paso mi mano por ella y la palpo reconozco una de las principales razones por las que me hice maestro.
Ahora estas palabras son mías, sí, pero en un futuro próximo podrán ser suscritas por cualquiera de los alumnos que han pasado por tus manos. Porque mañana, uno de ellos se convertirá en maestro, y recordándote pensará: “quería ser como tú”.
Como alumno, no puedo imaginar maestro mejor que tú. Llevas a tus alumnos de la mano desde su infancia más tierna hasta las puertas de su adolescencia. Y recorren ese camino llenos de una ilusión que les inyectas en vena a base de cariño, ternura, y atención. Llenos de aprendizajes en experiencias inolvidables vividas dentro y fuera de los muros de esta escuela. Llenos de pasión por las actividades físicas, el deporte, la competición, el sacrificio y el compañerismo. En pocas palabras, llenos de ti.
Como padre, no se me ocurren mejores manos que las tuyas para depositar mi confianza en ellas. Para dejarles a nuestro único y más preciado tesoro. Ellos necesitaban un referente, un espejo en el que mirarse, una persona que les sirviera de modelo ejemplar de comportamiento. Te necesitaban a ti. Has tejido un hilo invisible pero irrompible desde tu corazón hasta el nido de emociones que están todavía construyendo, y cual cordón umbilical les has transmitido por él tu vitalidad, tus emociones, tu capacidad de esfuerzo y tus valores. En definitiva, los has hecho mejores personas.
Como compañero, tengo el temor de no encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que siento. No hubiera podido elegir mejor compañero de fatigas que tú, salvo los que afortunadamente aun me quedan. Siempre en el epicentro de la acción, disponible a cualquier hora y en cualquier circunstancia, ni el cayado más resistente del mundo hubiera servido de mejor apoyo. Gracias a tu espíritu de lucha y sacrificio, a tu naturalidad y vitalidad, al trato directo, a tu infinita capacidad de comprensión y empatía, has convertido este centro de trabajo en un lugar en el que día a día se suceden una tras otra las muestras de compañerismo entre todos los que aquí vienen, y en el que hoy es un poco menos amargo venir a trabajar. En conclusión, nos has hecho mejores compañeros.
Cualquiera creerá que es impensable encontrarse a alguien así. Pero verdaderamente existe. Jaime. Jaime Romero. Jaime el de “Educación Física”.
Personalmente, se me hace muy difícil pensar en tener que acostumbrarme a mirar y no verte en la silla, con ese nerviosismo que tus inquietas piernas delatan. Dejas un vacío enorme. Tanto, que a todos los que seguimos adelante nos conviene más rodearlo trazando nuestro propio camino que intentar cubrirlo. Es imposible. No se puede. Se me alarga la despedida, sí, pero es que no encuentro las fuerzas suficientes para concluirla. Lo intento y solo acierto a decir “hasta mañana”.
Debo concluir. Con todo mi cariño y admiración, que los trazos de esta firma te rodeen y te den un abrazo que te acompañe para siempre.





Jesús.

No hay comentarios: